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lunes, 10 de marzo de 2008

Estudiantes y River ofrecieron muy poco en La Plata


Igularon sin goles en un discreto partido. El equipo de Sensini jugó mejor y mereció el triunfo. El Millonario terminó con diez por la expulsión de Cabral, a los 35 del segundo tiempo. El Cholo Simeone no fue bien recibido por los hinchas del Pincha.

Una tarde especial para Diego Simeone. Porque volvía a La Plata para enfrentarse a Estudiantes, club al que sacó campeón. Porque las últimas cuatro visitas de River al Pincha fueron derrotas. Porque el León no pierde en su casa desde el 10 de marzo de 2007, ante Boca. Y el Millonario sufre cuando sale del Monumental. Los números no mienten: sólo ganó un partido de los últimos doce que jugó como visitante. Eso sí, en algo se parecen. Son dos equipos bien ofensivos. Juegan a un ritmo infernal. Y así arrancaron. Carrizo se visitó de héroe al minuto, cuando Lugüercio quedó solito y solo con la pelota en sus pies en la puerta del área chica. Le dio mordido. El arquero de River la sacó con la pierna, apuro reflejo. River no daba pie con bola y el entusiasmo de los volantes locales era determinante. El trío Ortega, Sánchez y Falcao no coordinaba y Abreu, esperaba solito arriba alguna habilitación. Mientras tanto, peleaba como un titán contra Alayes y Desábato. Lo cierto, lo concreto, que los de Simeone no agarraban la onda del partido. El Pincha era más porque Verón, sin ser brillante, establecía el circuito entre los suyos. Jugaba y hacía jugar. Lentamente, Carrizo, igual que frente a Newell's, se convirtió en figura. A los 24, le sacó un balazo a Moreno y Fabianesi. Enseguida, Maggiolo tuvo la apertura del marcador en su cabeza. Pero se sintió tan seguro, tan solo, que se la dejó en las manos al arquero. River llegó con real peligro recién a los 36. Ortega, el mejorcito de los de arriba, se escapó por la izquierda. Mandó un centro forzado, falló Alayes y Abreu, con todo el arco a su disposición, la tiró afuera. Increíble. El Cholo en el vestuario se dio cuenta que algo no funcionaba. Y cambió. Adentro Augusto Fernández por un intrascendente Abelairas. El técnico apostaba por un volante externo con llegada. Y acertó medias, Porque el pibe de Pergamino participó más del juego que el jugador reemplazado, y se juntó con Ortega. Eso sí, Ahumada quedaba desprotegido en el medio. Estudiantes ya no era el equipo peligroso del primer tiempo. Ahora su negocio era el juego aéreo. Cada centro era un ataque de crisis para la defensa riverplatense. A los 29, casi grita el Pincha. El paraguayo Bogado desbordó por la derecha y tiró el centro que Piatti, de primera, desvió al arco. Otra vez surgió la figura de Carrizo para ahogar el grito. Las esperanzas de River por lograr el triunfo se murieron a diez del final, cuando Ortega dejó la cancha por un golpe en la cabeza. En su lugar ingresó Ferrari. Dos minutos después, Pezzotta le mostró la segunda amarilla a Cabral, y los de Simeone, comenzaron a ver el punto con buenos ojos. El partido finalizó y dejó la sensación que Estudiantes fue más peligroso pero le faltó puntería para superar a un equipo que le cuesta mucho cuando sale del Monumental.

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